En aquel tiempo, Jesús les decía a sus discípulos: ..."No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos."
Mateo 6, 31-34
Amado Jesús: Cuando era joven vivía para vestirme, calzarme y comer bien. Tenía un buen trabajo y creía que dependía de mí. Hasta que dijiste basta, y todo eso se terminó. Pero no me abandonaste, todo lo contrario me hablaste al corazón pidiendo mi abandono y confianza en tu Providencia, y me embarqué en esa aventura de ir, como nave al garete, por las olas de tu océano de amor. Y, pasada la primera prueba, jamás me faltó lo necesario, como a la viuda de Sarepta. Y aprendí el valor de la verdadera riqueza: Tu Amor fiel y sobre todo gratuito, generoso. Y ya no me preocupa absolutamente nada, pues basta que Tú notes que algo me hace falta (un grupo de herman@s, una casa, por ejemplo) para que arregles el modo, aún sin los medios económicos necesarios si debo pagar, y pueda acceder a ello, si no es malo para mí. Y yo, Señor y Padre mío, no necesito pedirte nada, pues verdaderamente, quien a Ti te tiene sólo Tú bastas.
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