Marcos 6, 50b
Señor mío y Dios mío: No me hablaste aquella tarde; tus maravillosos ojos, que llevo grabados a fuego en mi alma, me hablaron:
- "No temas" - parecían decir - "Soy Yo y te perdono, te rescato, te purifico con mi Presencia." -
Y se calmó el agitado mar de mi vida, se acallaron los vientos interiores que me hacían rodar de aquí para allá, y tengo que repetir con las Odas de Salomón, las mismas palabras escritas en el Siglo II:
`Y por eso no temblé cuando lo vi,
porque Él fue bondadoso conmigo.´
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