sábado, 10 de agosto de 2013

Seguirte

* "El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Y al que me sirve, el Padre le dará un puesto de honor."
Juan 12, 26

Amado Pastor: Te sigo y trato de servirte, no sé si lo hago bien o no, pero lo hago con todo el amor que guardo para Ti. Y, Señor, el Padre ya me ha dado un puesto de honor: seguirte dondequiera que Tú me requieras. Gracias al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo que me guía. Amén.



jueves, 8 de agosto de 2013

Tú Eres...

* Jesús le preguntó a sus discípulos: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?...
Mateo 16, 13a


Señor: Tú Eres la Verdad a enseñar, la Vida a compartir, el Camino a seguir, el Modelo a imitar, el Salvador a quién agradecer, el Refugio dónde acurrucarse, el AMOR a quién amar. Señor, Tú LO ERES TODO.




miércoles, 7 de agosto de 2013

Señor, aumenta mi fe

* ...la mujer (cananea) se acercó a Jesús y, puesta de rodillas le decía: "¡Señor, ayúdame!"  Jesús le dijo: "No se debe de echar a los perros el pan de los hijos." La mujer contestó: "Es verdad, Señor, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos."
Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡que grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo." Y en aquel momento quedó sana su hija.
Mateo 15, 25-28


Señor mío: Tú, para quien no hay nada imposible, por favor dame una fe tan grande como la de la cananea. Amén



lunes, 5 de agosto de 2013

Para escudriñar el alma

*En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús a la muchedumbre, se compadeció de ella...*
Mateo 14, 13-14



Señor mío: otro día más en que casi paso de largo, pues tu Palabra tan sabida no me decía nada nuevo, pero... siempre hay algo ¿no? La leí nuevamente, ahora, por la noche y de pronto me sonó la campanita del "alerta, MariCris, aquí hay algo para ti" y de pronto me pregunté ¿cuál es mi actitud ante el hermano que acude a mí con sus penas, cuando yo estoy penando las mías? ¿las dejo de lado, como hizo Jesús, para compadecerme y acompañarle? ¿o, en realidad ni le escucho, por contarle las mías y hablo, y hablo, mientras mi corazón permanece sordo e insensible a su dolor? Tengo mucho que escudriñar mi alma, Jesús mío, ¿me ayudas? Gracias, en Vos confío.