lunes, 5 de agosto de 2013

Para escudriñar el alma

*En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús a la muchedumbre, se compadeció de ella...*
Mateo 14, 13-14



Señor mío: otro día más en que casi paso de largo, pues tu Palabra tan sabida no me decía nada nuevo, pero... siempre hay algo ¿no? La leí nuevamente, ahora, por la noche y de pronto me sonó la campanita del "alerta, MariCris, aquí hay algo para ti" y de pronto me pregunté ¿cuál es mi actitud ante el hermano que acude a mí con sus penas, cuando yo estoy penando las mías? ¿las dejo de lado, como hizo Jesús, para compadecerme y acompañarle? ¿o, en realidad ni le escucho, por contarle las mías y hablo, y hablo, mientras mi corazón permanece sordo e insensible a su dolor? Tengo mucho que escudriñar mi alma, Jesús mío, ¿me ayudas? Gracias, en Vos confío.

  

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