viernes, 28 de junio de 2013

Manchas

*Un leproso se acercó, se arrodilló delante de él y le dijo: "Señor, si tú quieres, puedes limpiarme."
Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: "Quiero; queda limpio." Al momento quedó limpio de la lepra.
Mateo 8, 2-3


Señor mío y Salvador mío: Clamé a ti para que sanaras mi lepra de pecado, una y otra vez hasta que te detuviste y mirándome a los ojos dijiste: "Quiero, estarás a mi mesa, pero sé pura y casta". Más, Tú bien sabes que soy débil y de condición pecadora, y aunque trato de mantenerme y no ofender tu amor de ningún modo, muchas veces caigo, y mi alma se salpica de pequeñas manchas. Por amor de tu Nombre, te suplico que me ayudes y purifiques con tu misericordia hasta el más pequeño pensamiento que deje desdoro en ella. Gracias. Amén





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