Juan 8, 51. 58
Señor mío y Dios mío: Guardar tu Palabra, es vivirla, hacerla acción continua cada día, cada momento. Guardar tu Palabra es amar al prójimo sin reservas, como nos amaste Tú. Danos, Señor, la gracia de atesorarla en el corazón, como Abraham hace cuatro mil años, y ser fieles a ella como Él lo fue, para algún día poder estar frente Al que Era, Al que Es, Al que eternamente Será el gran Yo Soy. Amén
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