...Jesús se admiraba de cómo se negaban a creer.*
Marcos 6, 2b. 6
Señor mío y Dios mío: Tú lo sabes. Cuántas veces menosprecié a herman@s que quisieron acercarme más a Ti, pensando que yo ya lo sabía todo. Que él o ella eran mis vecin@s del frente, o de la vuelta, que siempre los vi salir a trabajar en la limpieza de casas, en plomería... y ese otro que sólo era ¡recolector de residuos! Que era moroch@ (¡como si yo fuera rubia!), que era paupérrima (como si yo fuera adinerada), que no hizo la secundaria, y cuánta pavada más, sin darme cuenta que la marea de mi soberbia me impedía ver más allá de mí misma.
¡Cómo te habrá asombrado mi falta de fe! Si, falta de fe. Por no creer en tu omnipotencia, en que siempre escoges al más pobre, al más pequeño para transmitir tu Sabiduría.
¡Cómo te habrá asombrado mi ceguera! Si, ceguera por mirar la apariencia y no el fondo.
Señor mío ¡cuánto dolor te he ocasionado!, perdóname y perdona a todos los que padecemos estos males y aumenta, en nuestros corazones, la fe. Amén
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