* Jesús volvió de las orillas del Jordán lleno de Espíritu Santo y se dejó guiar por el Espíritu a través del desierto...
Señor mío y Dios mío: Por tu santa Misericordia clamo; concédeme la absoluta docilidad a tu Santo Espíritu y que Él me guíe por este mundo y sea su voz hablando al corazón la única que escuche, para ser, como Tú, totalmente obediente a la voluntad de nuestro Padre Celestial. Acuérdate, Salvador mío que soy débil sin tu auxilio y no me abandones, por caridad. Amén
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