*Un sueño pesado se había apoderado de Pedro y sus compañeros, pero despertaron de repente y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él (...) cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra y al quedar envueltos en ella se atemorizaron. Pero de la nube llegó una voz que decía: "Este es mi Hijo, mi Elegido; escúchenlo"...
Lucas 9, 28-36
Lucas 9, 28-36
Mi dulcísimo Salvador: ¡cuántas veces has tenido que soportar que me quede semi dormida espiritualmente! Y sin embargo Tú sigues ahí, y me despiertas suavemente. Y retomo la oración, y los encuentros contigo muy entusiasmada y luego... vuelvo a decaer. Te aseguro que comprendo a tus tres apóstoles y no puedo prometerte que no volverá a pasar, porque soy débil. Pero, Señor, aunque la modorra me venza siempre me duermo a tus pies y la voz del Padre me despierta y me dice al corazón "éscúchalo". Y así, imperfecta, confío que algún día veré tu Rostro resplandeciente en el Tabor celestial, porque grande es tu misericordia para con tu enamorada.
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