martes, 15 de enero de 2013

¡Con qué autoridad!

El asombro de todos fue tan grande que se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? Una doctrina nueva, y ¡con qué autoridad! Miren cómo da órdenes a los espíritus impuros  ¡y le obedecen!


Señor mío y Dios mío: Ayer hablábamos de tu mirada. Y de verdad que hasta tu mirada tiene autoridad!! Sólo bastó con ella y todos mis demonios mundanos se alejaron ¡para siempre de mí! Y de pronto, por primera vez en muchos, muchos años, fui verdaderamente libre y sentí caer a mis pies las cadenas que me ataban a la carne. 
Claro que cada día debo luchar, con tu ayuda siempre ya que sola fracasaría, para limpiar mi interior, mis pensamientos, mis sentimientos, como seguramente habrá tenido que reacomodarse a vivir en paz  el endemoniado, pero lo hago en libertad... ya sin demonios. Gracias Señor y por favor sigue ejerciendo tu autoridad conmigo y con cada uno de mis hermanos. Amén






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