miércoles, 16 de enero de 2013

Y se puso a atenderlos

Al salir de la sinagoga, Jesús fue a la casa de Simón y Andrés con Santiago y Juan. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre... Jesús se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. Se le quitó la fiebre y se puso a atenderlos.
Marcos 1, 29-31


Señor mío y Dios mío: No tuviste reparo, te acercaste a mi a pesar de mis "fiebres" y muy dulcemente me tomaste de la mano, y me ayudaste a erguirme y me miraste a los ojos sumergiéndome en el arcano de tu amor. Y no me pediste nada, sólo me sonreíste. Y mi vida quedó sanada para siempre. Desde entonces surgió en mi corazón este deseo de atenderte en mis hermanos. No sé si lo hago bien pero si sé que lo llevo a cabo con alegría, sabiendo que "lo que hagáis al más pequeño de los míos, a mí me lo hacéis".

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