jueves, 14 de febrero de 2013

Desborde de amor... y de ayer

También Jesús decía a toda la gente: "Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y que me siga. Les digo: el que quiera salvarse a sí mismo, se perderá; y el que pierda su vida por causa mía, se salvará. ¿De qué le sirve al hombre si se pierde o se disminuye a sí mismo?"


Señor mío y Dios mío: Me marcas el sendero a seguir... el mismo que seguiste primero. Cargaste tu cruz hasta dar tu vida en ella en un desborde de tu amor por el Padre y por mí, para salvarme, para salvarnos. Y tu Mamá me dice su más dulce enseñanza: "Hagan lo que él les diga". Y lo hago, Amado, cada día, cada hora, cada minuto pero ¿sabes, amor mío? no es pesada mi cruz, porque siento tu mano poderosa que me sostiene y a mi lado enjugando mis lágrimas marcha Ella, nuestra Mamacita del Cielo, y me alienta y ayuda con su dulzura.
Y cuando siento que flaqueo (y cuando estoy con paso seguro) acudo a mi castillo interior y oro a mi Padre, que ve en lo secreto, y el me premia con su amor inundándome de ese bálsamo de infinitud que sólo Él, contigo y el Espíritu conocen. Gracias por ser mi Cireneo, Jesús. Gracias por ser mi Verónica, Madrecita. Amén.


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