jueves, 7 de febrero de 2013

Sólo el bastón

Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos... Les ordenó que no llevaran nada para el camino, fuera de un bastón...
Fueron, pues, a predicar, invitando a la conversión y expulsaban a muchos demonios...
Marcos 6, 8a., 12.13a


Señor mío y Dios mío: Un sólo bastón he tenido desde que me llamaste a tu servicio, tu Palabra. Nada más eficaz y menos mío. Por eso, para mi propio aprendizaje y corrección y después para compartir, la leo y releo siempre como la primera vez, buceando en ella como pescador que busca la perla fantástica en las profundidades del mar.
E insisto, Señor, para mi corrección, porque por mí misma no puedo expulsar mis demonios de soberbia, de gula o avaricia, de vanagloria o pereza, sino que sólo el poder sanador de tu Palabra y tu amor trabajando en mi alma pueden lograrlo.
Pero... también llevo mi preciosa túnica, Purísima y muy Fina: la Bienaventurada Virgen María, Reina y Hermosura del Carmelo. Amén



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