sábado, 2 de febrero de 2013

Preséntame, Madre mía

*Asimismo, llegó el día en que, de acuerdo a la Ley de Moisés, debían cumplir el rito de la purificación, llevando al Niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones...
Cumplidas todas las cosas, volvieron a Galilea, a la ciudad de Nazareth. El Niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría y la gracia de Dios estaba en Él. 
Lucas 2, 22-24.39-40


Señora mía y Madre mía: Una vez más acudo a tu Precioso Corazón Inmaculado, ésta para rogarte seas tú quien me presente ante el Señor como hija tuya y le ofrezcas mi pequeñez para servirle según disponga, y si fuera posible, que mi querido José ofrezca mis manos a modo de tórtolas para que le sean útiles cual si fueran las Suyas.
Ayúdame también a que, a pesar de mis muchos años, pueda mi corazón crecer y fortalecerse en sabiduría de Dios y que su infinita gracia lo colme  de manera que pueda compartirla con todas las personas que tienen contacto conmigo, disminuyendo yo hasta desaparecer para que brille sólo Quién debe hacerlo. Amén.



No hay comentarios:

Publicar un comentario